Quizás sea un defecto, pero esperar hasta el último instante
para arreglarse antes de su cita ya es propio en él. Con prisa, recoge todos los
utensilios usados para la mejoría de su impresión física y sale de su casa
asegurándose de haberlo cerrado todo completamente bien. Se sube al vehículo
con intención de dirigirse al punto de encuentro con ella. Seguramente busca alguna
canción que a ella le guste
escuchar. Tras breves minutos, llega al punto de encuentro: el estupendo hogar
que ella y su familia poseen. La
llama para que baje y abandone su hogar, con el fin de alejarse de la rutina hibernal
y disfrutar de la intimidad entre ellos dos, algo que él con ansias lleva esperando
durante toda la semana. Al aparecer por la puerta, ella sonríe. Probablemente sea
la sonrisa más hermosa y enamoradiza que Dios haya concebido sobre una persona.
A él le encanta, y ella lo sabe. Sube al vehículo
y ipsofactamente él queda
hipnotizado por ese olor tan característico de ella
proveniente de un perfume de marca prestigiosa que él le regaló. Tras ese momento,
ella lo saluda radiante de
felicidad y con la intención de darle un beso. Él,
en cambio, queda debilitado ante esa sonrisa y apenas es capaz de decirle mucho
más que un simple "Hola". "¿Donde vamos?", pregunta ella. Ni ella ni él saben su destino de esa
noche, lo que sí saben es que la pasarán junto a la persona que más desean.
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